Baños de agua fría, ¿son realmente buenos para la salud?
Desde tiempos inmemoriales los romanos construyeron en varios de sus asentamientos baños o termas, donde acudían tanto la gente de poder como la plebe, con el fin de compartir.
Estas construcciones tenían como similitud que contaban con piscinas o bañeras de agua caliente (a distintas temperaturas), así como otras de agua fría.
El modo de utilizar estos baños era, empezando por las piscinas de agua tibia para luego ir pasando a las más calientes y terminar en la terma o piscina de agua fría.
En el caso de los baños turcos (que fueron creados muchos años después en algunas ocasiones donde anteriormente había existido un baño romano) contaban con cuartos de aclimatación con aire caliente, un preámbulo de lo que hoy conocemos como saunas.
Ahora bien, las razones para acudir a estos baños eran variadas había gente que asistía para socializar, otras para buscar pareja, otras para ejercitarse, y algunos por razones médicas.
Yendo un poco más atrás, en la antigua Grecia, Hipócrates el padre de la medicina le recomendaba a algunos de sus pacientes a darse baños de agua, para mejorar sus males.
De manera casual, y desconociendo la mayoría de los datos que expuse anteriormente, comencé algunos meses atrás, a hacer un cambio en mi rutina de ducha.
Es decir, un día decidí empezar a bañarme con agua caliente/tibia, y luego al final cerrar el agua caliente y abrir únicamente la fría.
Lo sé! Parece un poco masoquista, pero juro que no lo es… incluso ahora sé que la historia me acompaña en mi locura.
En las noches,
Suelo ducharme con agua tibia antes de dormir, eso lo sigo manteniendo (sin hacer cambios de temperatura).
En las mañanas,
Es donde implementé esta nueva rutina.
El primer día, el cambio de temperatura de caliente a fría me dio un poco de dolor de cabeza, para el cual no tuve que tomar ningún analgésico. Creo que el cambio de temperatura fue un poco brusco.
Lo que más me llamó la atención fue la sensación de logro al salir de la ducha.
En los días siguientes pasó a ser una necesidad, de hecho recuerdo un día que mientras me secaba me dí cuenta que se me había olvidado y me volví a meter en la ducha.
Lo sé, lo sé puedo estar un poco loca, pero ahora este ritual pasó a ser parte de la rutina de mis mañanas.
Este reto personal empezó en verano, y lo he continuado aun en otoño… probablemente en invierno me lo piense 100 veces antes de hacerlo, pero de aquí a allá ya veré qué pasa.
Lo curioso es que el otro día mientras leía Runner´s World encontré un artículo sobre el mismo tema (otra loca que al igual que yo está experimentando con esto de las duchas frías), y las sensaciones que ha obtenido son las mismas.
Es decir, también ha tenido esa sensación de subidón de energía al finalizar la ducha, la cual repercute en el ánimo del resto del día.
En el mundo del deporte es conocido que, luego de un entreno fuerte bien sea una carrera larga o de velocidad, el introducir las piernas en agua muy fría o helada mejora la recuperación (aunque aquí la literatura siempre entra en conflicto).
Independientemente de que haya autores que nieguen el beneficio que produce la introducción de las piernas en agua con hielo luego de correr, los que lo hemos probado sabemos que por lo menos luego del primer momento, se siente agradable.
Hay varios estudios que soportan la sensación de placer que produce el darse una ducha fría. Como por ejemplo, este publicado en la revista canadiense PLOS One en el año 2016.
Donde comentan que uno de los efectos que produce el tomar un ducha fría es, la sensación de energía que te queda durante el día. Incluso lo comparan con el subidón que se produce luego de tomar café.
En este estudio analizaron a más de 3000 personas que, durante los meses de invierno en los Países Bajos (entre diciembre de 2014 y marzo de 2015) decidieron sumarse al reto.
Fueron clasificados por el tiempo de duración de las duchas de agua fría, en 30, 60 ó 90 segundos (independientemente de lo que durara la ducha de agua tibia/caliente Todos fueron comparadas con un grupo control.
La finalidad de dicho estudio era ver si había alguna relación entre las duchas de agua fría y una mejora estado inmune (menos bajas laborales, o gripes).
Ya que según Hipócrates, existía una relación directa entre el estado inmune (defensas) de las personas y la utilización de duchas de agua fría.
Aunque fue difícil determinar si la disminución de enfermedades fue gracias a la ducha fría, sobre todo porque ese año hubo un brote fuerte de influenza durante los meses de invierno en Europa, el hecho es que en líneas generales los participantes destacaron la sensación de bienestar que sintieron luego de las mismas.
Entre los efectos secundarios que reportan están: dolor de cabeza y dificultad para calentar el cuerpo luego de salir del agua fría (recordemos que se hizo durante los meses de invierno).
¿Alguna vez te has atrevido a bañarte con agua fría?
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Imagen de Thought Catalog tomada de Unsplash
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